El amanecer me descubrió mirándole por la ventana

Caminando
evitas pisar las líneas que forman las baldosas al unirse.
Una vez te aburres de este juego, simulas a un trapecista, y vas andando sobre una cuerda imaginaria.
Piensa que debajo no hay nada, sólo vacío. Hay que andar con cuidado: un pie primero, el otro después...
Parada en seco.
Dejas de mirar al suelo y alzas la vista, el sol te deslumbra.
Sigues caminando,
eres una más entre la multitud que recorre la calle.
Miras a tu alrededor
todo es gris, la gente es gris, como en una película en blanco y negro.
Miras tus manos, tú si tienes color.
Frente a una puerta te observas detenidamente
como si derramasen una lluvia torrencial sobre tu cabeza,
el color va desapareciendo hasta formar un charco bajo tus pies.
Te vuelves y les miras
ellos tienen el color que tú acabas de perder.
Caminando
el tiempo se ha detenido y sólo tú te estás moviendo.
Sorteas a los transeúntes
Tropiezas y caes sobre la dura acera
y cada parte de tu cuerpo va desfalleciendo, perdiendo toda la fuerza.
Agazapada, miras a tu alrededor,
todo recupera el movimiento que ahora has perdido tú.
Bajo tu cuerpo comienza a abrirse un agujero y caes,
caes, caes, caes...
sigues cayendo y todo está oscuro.
De pronto una luz ciega tus ojos,
la velocidad de caída se reduce
y un sobresalto te hace despertar
¿Sueño o realidad?

Agua helada que resbala por tu piel
y tu esencia que se pierde por el desagüe
mientras, ojos vidriosos y humedecidos
ojos que buscan otros ojos que mantengan la mirada
ojos que se cierran para no ver nunca más.