jueves, junio 22, 2006

Romeo y Julieta II



Boticario- ¿Quién grita?

Romeo- Oye; tu pobreza es manifiesta. Cuarenta ducados te daré por una dosis de veneno tan activo que apenas circule por las venas, extinga el aliento vital tan rápidamente como una bala de cañón.

Boticario- Tengo esos venenos, pero las leyes de Mantua condenan a muerte a quien los venda.

Romeo- Y en tu pobreza extrema, ¿qué te importa la muerte? Bien clara se ve el hambre en tu rostro, y la tristeza y la desesperación. ¿Tiene el mundo alguna ley para hacerte rico? Si quieres salir de la pobreza, rompe la ley y percibe mi dinero.

Boticario- Mi pobreza lo recibe, no mi voluntad.

Romeo- Yo no pago tu voluntad, sino tu pobreza.

Boticario- Éste es el ingrediente; desleídlo en agua o en un licor cualquiera, bebedlo y caeréis muerto en seguida, aunque tengáis la fuerza de veinte hombres.

Romeo- Recibe tú el dinero. Él es la verdadera ponzoña engendradora de más asesinatos que todos los venenos que no debes vender. La venta la he hecho yo, no tú. Adiós; compra pan y cúbrete. No un veneno, sino una bebida consoladora llevo conmigo al sepulcro de Julieta.



Romeo- ¡Abominable seno de la muerte que has devorado la mejor prenda de la tierra, aún has de tener mayor alimento! (Abre las puertas del sepulcro)

Cuando necesito de tu madrugada, cuando ya te has ido, cuando me parte en dos el alma...

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